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Cualidades Primarias y secundarias

 

Hay en los objetos mencionados, algunas cualidades que parecen esenciales para la

existencia misma del objeto; la extensión, la impenetrabilidad y el peso, por ejemplo. Ninguno

de esos objetos podría existir si le faltara alguna de estas cualidades. Por otra parte, son

cualidades que los objetos valiosos comparten con los demás objetos y que ellos mismos

poseían antes de que se les incorporara un valor. Tales cualidades forman parte de la

existencia del objeto, le confieren ser. Pero el valor no confiere ni agrega ser, pues la piedra

existía plenamente antes de ser tallada, antes de que se transformara en un bien. Aquellas

cualidades fundamentales, sin las cuales los objetos no podrían existir, son llamadas

"cualidades primarias". Junto a ellas están las "cualidades secundarias" o cualidades sensibles,

como el color, el sabor, el olor, etc -que pueden distinguirse de las "primarias" debido a su

mayor o menor subjetividad, pero que se asemejan a aquéllas, pues forman parte del ser del

objeto. Sea el color una impresión subjetiva o esté en el objeto, es evidente que no puede

haber un hierro, una tela o un mármol que no tenga color. El color pertenece a la realidad del

objeto, a su ser. La elegancia, la utilidad o la belleza, en cambio, no forman parte

necesariamente del ser del objeto, pues pueden existir cosas que no tengan tales valores.

"Cualidades terciarias" llamó Samuel Alexander a los valores, a fin de distinguirlos de las

otras dos clases de cualidades. La denominación no es adecuada porque los valores no

constituyen una tercera especie de cualidades, de acuerdo con un criterio de división común,

sino una clase nueva, según un criterio también nuevo de división. Los valores no son cosas ni

elementos de cosas, sino propiedades, cualidades sui generis, que poseen ciertos objetos

llamados bienes.

Como las cualidades no pueden existir por sí mismas, los valores pertenecen a los objetos

que Husserl llama "no independientes", es decir, que no tienen sustantividad. Esta propiedad,

aparentemente sencilla, es una nota fundamental de los valores. Muchos desvaríos de ciertas

teorías axiológicas objetivistas se deben al olvido de que el valor es una cualidad, un adjetivo.

Tales teorías resbalaron del adjetivo al sustantivo, y al sustantivo al valor cayeron en

especulaciones sin sentido en la imposibilidad de descubrir su carácter peculiar.

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